PRESENTACIÓN: 120324_TECLA
viernes, 23 de marzo de 2012
viernes, 16 de marzo de 2012
TECLA
El que llega a Tecla poco ve de la ciudad, detrás de las cercas de tablas, las defensas de arpillera, los andamios, las armazones metálicas, los puentes de madera colgados de cables o sostenidos por caballetes, las escalas de mano, los terlices. A la pregunta: ¿por qué se hace tan larga la construcción de Tecla?, los habitantes, sin dejar de levantar cubos, de bajar plomadas, de mover de arriba abajo largas brochas responden: Para que no empiece la destrucción. E interrogados sobre si temen que apenas quitados los andamios la ciudad empiece a resquebrajarse y caiga en pedazos, añaden deprisa, en voz baja: No sólo la ciudad.
Si insatisfecho con la respuesta alguien pega el ojo en la rendija de una valla, ve grúas que suben otras grúas, armazones que cubren otras armazones, vigas que apuntalan otras vigas.
-¿Que sentido tienen vuestras obras? - pregunta-. ¿Cuál es el fin de una ciudad en construcción sino una ciudad? ¿Dónde está el plano que seguís, el proyecto?-Te lo mostraremos apenas termine la jornada; ahora no podemos interrumpir -responden.El trabajo cesa al atardecer. Cae la noche sobre las obras. Es una noche estrellada
lunes, 12 de marzo de 2012
ZENOBIA
Ahora diré de la ciudad de Zenobia que
tiene esto de admirable: aunque situada en terreno seco, se levanta sobre
altísimos pilotes, y las casas son de bambú y de zinc, con muchas galerías y
balcones, situadas a distintas alturas, sobre zancos que se superponen unos a
otros, unidas por escaleras de mano y aceras colgantes, coronadas por miradores
cubiertos de techos cónicos, cubas de depósitos de agua, veletas, de los que
sobresalen roldanas, sedales y grúas.
No se recuerda qué necesidad u orden o
deseo impulsó a los fundadores de Zenobia a dar esta forma a su ciudad, y por
eso no se sabe si quedaron satisfechos con la ciudad tal como hoy la vemos,
crecida quizá por superposiciones sucesivas del primero y por siempre
indescifrable diseño. Pero lo cierto es que si a quien vive en Zenobia se le
pide que describa como vería feliz la vida, es siempre una ciudad como Zenobia
la que imagina, con sus pilotes y sus escalas colgantes, una Zenobia quizá
totalmente distinta, flameante de estandartes y de cintas , pero obtenida
siempre combinando elementos de aquel primer modelo.
Dicho esto, es inútil decidir si ha de
clasificarse a Zenobia entre las ciudades felices o entre las infelices. No
tiene sentido dividir las ciudades en estas dos especies, sino en otras dos:
las que a través de los años y las mutaciones siguen dando su forma a los
deseos y aquellas en las que los deseos o bien logran borrar la ciudad o son
borrados por ella.
OCTAVIA
OCTAVIA |
Si queréis creerme, bien. Ahora diré cómo es Octavia, ciudad telaraña. Hay un precipicio entre dos montañas abruptas: la ciudad está en el vacío, atada a las dos crestas por cuerdas y cadenas y pasarelas. Uno camina por los travesaños de madera, cuidando de no poner el pie en los intersticios, o se aferra las mallas de una red de cáñamo. Abajo no hay nada en cientos y cientos de metros: pasa alguna nube; se entrevé más abajo el fondo del despeñadero.
VIVIENDA |
Suspendida en el abismo, la vida de los habitantes de Octavia es menos incierta que en otras ciudades. Sabe que la resistencia de la red tiene un límite.
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